Crónica de un bici-disparate

COPIADO DE: Blog de Alcorcón (25 febrero 2011)

Según dí cuenta en mi artículo del pasado lunes 21 —DGT: ¡que te zurzan!—, dicho organismo, si hemos de hacer caso a los medios, que, en vista de cómo se las gastan, a lo mejor es mucho caso hacer, se proponía modificar algunas normas de circulación, entre las que se contaba la de permitir la de bicicletas por las aceras de más de tres metros de ancho y siempre que lo hicieran a un metro como mínimo de la fachada. El anuncio debió de ser recibido con alborozo por colectivos ciclistas o por ciclistas individualmente. «Por fin», se debieron de decir, «vamos a poder circular con todas las de la ley por las aceras, sin que ningún quisquilloso e intolerante peatón, que no está dispuesto a admitir la milonga de la convivencia entre bicicletas y viandantes, es decir entre invasores e invadidos —echándole mucho valor y sin temor a nuestras iras jupiterinas— nos pueda mandar al cuerno por hacerlo y por pasarnos por el arco del triunfo la consideración al viandante. O séase que vamos a poder seguir haciendo lo que nos salga, como hemos hecho hasta ahora bajo la mirada indulgente de la autoridad, pero con la ley de nuestra parte». Algo así debieron de celebrar aquellos colectivos. (Bueno, vale, no se estrepite ningún representante de estos, aunque improbable lector de este blog: parte de ellos).

Pero debió de ocurrir que, para contrariedad de los ciclistas (con loables excepciones; véanse blogs como: Bicicletas, ciudades, viajes… o El carril-bici es el opio del pueblo ciclista), surgieron protestas de viandantes, entre los que me encuentro, que considerábamos el proyecto como un atropello, otra vuelta de tuerca contra el peatón, que ve, una vez más, cómo la acera, que debería ser respetada como su espacio sagrado, se pretendía invadirla. Ante tales protestas, y quizás porque el anuncio de la medida fuera lo que los conspicuos dirigentes políticos suelen llamar, de forma algo idiota, «globo sonda», un ministro del gobierno de Su Majestad matizó —rectificó, lo que pasa es que Ellos, en un truco que usan mucho, lo llaman «matizar»— que no se trataba de eso sino de que las bicicletas podrían circular por esas aceras —de más de tres metros— siempre que lo hicieran por un carril-bici. Es decir que las bicis podrían circular… por los carriles-bici. Pero ¿en qué quedamos, señor Ministro de la cosa, señores dirigentes del Tráfico? ¿por la acera o por el carril-bici? Y es que me temo que lo que pasaría es que en las aceras reservarían un espacio para bicicletas a lo mejor pintando una simple raya en el suelo.

En fin, de momento este disparate de empeñarse en legalizar la circulación de bicicletas por la acera o, truco, por la acera-bici o, truco más fino, por el carril-bici —a costa del peatón— no se sabe en qué va a quedar porque la cosa parece que, de momento, está parada, lo que significa que las bicicletas siguen, impunemente, circulando por las aceras. En Alcorcón, afortunadamente, el parque de bicicletas debe de ser pequeño, o al menos no circulan en gran número —¡chiiisss, que nadie se entere!—, con lo que, por ahora, se puede andar sin demasiado engorro por la acera, pero ya veremos.

3 comentarios

  1. Vaya por delante que como cualquier hijo de vecino soy un peatón en algún momento del día. Ahora lanzo una pregunta:

    ¿Están todas las aceras de gran anchura justificadas? Obviamente en la Gran vía de Madrid sí, pero si caminas un poco por la calle fuencarral, la parte alta una vez superada la glorieta de Bilbao hay aceras de cerca 10 metros de anchura cuando el tráfico peatonal no es de ese volumen. Por lo tanto, ¿siempre que se hagan ensanches de aceras para los peatones estarán justificados? Los ayuntamientos también gastan dinero a espuertas en ensanchar aceras cuando no siempre es una obra justificada.

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  2. Y otra:

    El corredor de barrio (ese que se compra las últimas Diadora y se pregunta si es pronador o supinador), ese corricolari que pasa como una estela… No molesta al resto de peatones?

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  3. No me molesta en absoluto que las aceras tengan anchuras de 10 metros. Lo que me molesta es la expansión urbanística que hace estos lugares que no invitan a desplazarse andando a ningún lugar. Son incómodos y molestos para andar por ellos debido a las grandes distancias que genera.

    Nunca he visto a estos corredores correr por aceras céntricas repletas de gente. Tampoco los he visto de forma masiva y generalizada como ocurre con los ciclistas. Los he visto de forma anecdótica en algunas aceras de 10 metros o en espacios ajardinados muy anchos… y a las afueras de la ciudad con poca densidad peatonal. Nada que ver con la invasión masiva de ciclistas circulando por las aceras de la ciudad. Nada que ver con la ocupación de aceras mediante aceras-bici. Que no Omar, que no hablamos de eso.

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